miércoles, 25 de julio de 2007

Lieva investiga los orígenes de los Casinos de Galaroza


Siguiendo con la línea de difundir la cultura y el patrimonio de nuestro pueblo, este año les vamos a trasladar otro novedoso proyecto en que se encuentra embarcada la Asociación Cultural Lieva. En esta ocasión se trata de investigar los orígenes de los casinos de Galaroza, sus inicios, sus vicisitudes y sus detalles más importantes.

Todo ello será posible cuando finalice el estudio de una copiosa documentación recuperada por esta Asociación gracias a la generosa labor de nuestro paisano D. Rafael Flores Jara, quien ha cedido temporalmente un rico archivo documental repleto de escritos de mucho interés.

Lo primero que ha desvelado el examen que se está realizando del mismo es la existencia de un casino o sociedad denominada “Círculo Mercantil”, fundada en 1908, de la que sólo se ha podido encontrar de momento su reglamento fundacional. Es posible que fuese la entidad que refiere Juan Manuel Pablos Domínguez junto al denominado como “Casino Obrero” en su artículo “Vida sociopolítica de la Galaroza de entreguerras”, publicado en las actas de las XV Jornadas de Patrimonio de la Sierra.

Más numerosos son los documentos referidos a otra sociedad cachonera, la “Unión Recreativa”, cuya reunión fundacional data de Noviembre de 1919, aunque no es ratificada por las autoridades provinciales hasta febrero de 1920. De la Unión se conservan multitud de documentos como por ejemplo, sucesivos reglamentos, Libros de Actas como el de 1920, Contratos de arrendamiento del local, listado de enseres, Libros de socios como el de 1924, balances, Estados de Cuentas, etc. Respecto a estos últimos, parece que en un principio se hacían mensuales, como demuestra un documento que incluye seis estados de cuentas, desde el primero que se realizó en Mayo de 1920, hasta el de Diciembre del mismo año, en que está fechado dicho escrito.



De lo examinado se puede comprobar la pulcritud con que se llevaban los asuntos internos de la sociedad. Todo era apuntado cuidadosamente, cualquier aspecto de la vida social era retratado en un documento que quedaba custodiado por el eficaz secretario. Como prueba de esta cautela, podemos observar los escritos que recogían las elecciones para componer la junta directiva, que incluyen todos los candidatos, todos los votos obtenidos y cualquier hecho relevante que acaeciera en tan importante momento.

Existía una distinción cualitativa según un vecino fuese socio fundador o sólo socio de número, lo cual debía implicar algunas distinciones. Se conservan también talones con las cuotas de cada socio, pudiéndose apreciar los cambios sufridos en esta leva con que los abonados contribuían al sostenimiento de la entidad. En concreto, a principios de los años treinta la cuota de socio estaba establecida en dos pesetas.

Desde el primer momento se puso mucho empeño en seleccionar bien la figura del conserje. Para ello, en sucesivas anualidades se publican edictos, anuncios públicos e incluso pliegos de condiciones y completos expedientes para proveer el cargo, como el expediente fechado el 7 de Marzo de 1921

La dirección del casino era severa. Ya en aquella época se recriminaban determinados actos que dificultaban la convivencia o, simplemente, incumplían las normas. Por ejemplo, se redactaban y se exponían al público listas negras con los socios que adeudaban cuotas mensuales, o se instruían expedientes por altercados sucedidos en el local o por conductas reprobables. La más habitual consistía en alterar el orden público con discusiones, insultos o agresiones provocadas por excesos alcohólicos, en la mayoría de los casos.

Es curioso cómo, a pesar de la elegante y preciosista letra con que se anotaban todos los detalles del casino, el estado de cuentas de 1932 aparece mecanografiado en tintas azul y roja; eso sí, las firmas de Presidente, Secretario y Tesorero fueron rubricadas en tinta negra.

Otra de las curiosidades aparecidas hasta la fecha es un listado con 42 nombres de mujer que pudieran demostrar algún tipo de implicación femenina en esta sociedad. Si ello fuese así, estaríamos ante un hecho sin duda relevante por la época en que se produce y por la estratificación social que regía la vida del pueblo.

En definitiva, se trata de un estudio minucioso que llevará tiempo a los socios de Lieva, pero que puede suponer el alumbramiento de una época demasiado desconocida para los pueblos de la Sierra. Precisamente por ello, la Asociación Cultural Lieva pretende difundir el resultado de la investigación en unas jornadas ideadas para celebrar el cincuentenario del casino actual de Galaroza, el “Círculo Cultural Recreativo”. También intentará Lieva llevar los datos obtenidos a un libro que incluya también a otros casinos serranos, como el de Arias Montano en Aracena, el Nuevo Casino de Cortegana o el de Las Peñas de Aroche, así como otros centros de ocio y convivencia que existieron o se siguen manteniendo en nuestra comarca. El libro podría formar parte de una nueva colección editorial que está impulsando la Asociación bajo el nombre de “Biblioteca de Estudios Serranos”.

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